¡Hola!
Enero está finalizando, y en apenas horas comienza el mes más corto del año. ¿Qué ha sido de este primer enero como universitario?
Todo comenzó en nochevieja. Ahí estaba yo, con los seres que más quiero en el mundo (sin contar a mis padres, hermano, abuelos y Rample), mis amigos, vagando por la fría, oscura, noche de año nuevo. Esa noche fue irrepetible: primero de fiesta un poco, luego me encontré con mis padres con los que compartí alguna copina, y luego más fiesta aún, desayunando en el Mau-Mau antes de volver a casa.
Sin embargo, comenzó a haber pequeñas tensiones, acrecentándose éstas en la víspera del día de Reyes, en la cual, fui paje en la cabalgata, ayudando a mi gran amigo, Baltasar, a repartir los regalos por todo el mundo. Sin embargo, ¿de qué me debía preocupar?
A los pocos días volví a Cáceres, para afrontar mis primeros exámenes finales de la Universidad (de los cuales no se han publicado todas las notas, pero tienen buena pinta de momento). El estar separado de la familia y amigos, y el aumento de las tensiones, me desanimó bastante, volviendo cada fin de semana al pueblo para intentar relajarme. Ahí es cuando la gente a la que más quiero, familia y amigos, me ayudaron bastante (de hecho, esta entrada se la dedico a una persona muy especial para mí, que me ha ayudado y apoyado bastante en todo este tiempo), y pude finalizar la época de exámenes de una forma bastante normal, sonriente.
Volví el pasado lunes al pueblo, para despejarme de tantos exámenes de cara al segundo semestre. Y el martes, volvieron las malas noticias: una de mis pasiones, la Fórmula 1, había dejado de ser lo que era: vehículos lentos, feos y con motores que no sonaban apenas. El miércoles, la venta de Motorola también me afectó, ya que se dudaba de la continuidad de los Nexus y Motorola era la única salida. Hoy, por fin, parece que tales temas ya se han conseguido solucionar.
Ahora mismo estoy más animado que hace unas semanas: todo se lo debo a esos familiares y amigos. Noto que he madurado como persona en estas últimas semanas, lo cual me hace sentir aún mejor. Todavía tengo mis fallos, lo reconozco, pero, ¿quién no los tiene? El tener fallos es lo que nos hace humanos, nos hace distintos, hace mejorar la humanidad.
Siento que ahora mismo cualquier cosa es posible y que nada puede impedirme nada, que mis sueños, poco a poco, se van cumpliendo. Porque, como dijo el mítico fundador de la Scuderia Ferrari, Enzo Ferrari, Se lo puoi sognare, lo puoi fare (Si lo puedo soñar, lo puedo hacer).
Enero está finalizando, y en apenas horas comienza el mes más corto del año. ¿Qué ha sido de este primer enero como universitario?
Todo comenzó en nochevieja. Ahí estaba yo, con los seres que más quiero en el mundo (sin contar a mis padres, hermano, abuelos y Rample), mis amigos, vagando por la fría, oscura, noche de año nuevo. Esa noche fue irrepetible: primero de fiesta un poco, luego me encontré con mis padres con los que compartí alguna copina, y luego más fiesta aún, desayunando en el Mau-Mau antes de volver a casa.
Sin embargo, comenzó a haber pequeñas tensiones, acrecentándose éstas en la víspera del día de Reyes, en la cual, fui paje en la cabalgata, ayudando a mi gran amigo, Baltasar, a repartir los regalos por todo el mundo. Sin embargo, ¿de qué me debía preocupar?
A los pocos días volví a Cáceres, para afrontar mis primeros exámenes finales de la Universidad (de los cuales no se han publicado todas las notas, pero tienen buena pinta de momento). El estar separado de la familia y amigos, y el aumento de las tensiones, me desanimó bastante, volviendo cada fin de semana al pueblo para intentar relajarme. Ahí es cuando la gente a la que más quiero, familia y amigos, me ayudaron bastante (de hecho, esta entrada se la dedico a una persona muy especial para mí, que me ha ayudado y apoyado bastante en todo este tiempo), y pude finalizar la época de exámenes de una forma bastante normal, sonriente.
Volví el pasado lunes al pueblo, para despejarme de tantos exámenes de cara al segundo semestre. Y el martes, volvieron las malas noticias: una de mis pasiones, la Fórmula 1, había dejado de ser lo que era: vehículos lentos, feos y con motores que no sonaban apenas. El miércoles, la venta de Motorola también me afectó, ya que se dudaba de la continuidad de los Nexus y Motorola era la única salida. Hoy, por fin, parece que tales temas ya se han conseguido solucionar.
Ahora mismo estoy más animado que hace unas semanas: todo se lo debo a esos familiares y amigos. Noto que he madurado como persona en estas últimas semanas, lo cual me hace sentir aún mejor. Todavía tengo mis fallos, lo reconozco, pero, ¿quién no los tiene? El tener fallos es lo que nos hace humanos, nos hace distintos, hace mejorar la humanidad.
Siento que ahora mismo cualquier cosa es posible y que nada puede impedirme nada, que mis sueños, poco a poco, se van cumpliendo. Porque, como dijo el mítico fundador de la Scuderia Ferrari, Enzo Ferrari, Se lo puoi sognare, lo puoi fare (Si lo puedo soñar, lo puedo hacer).
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